La frase del día nos la trae el fabulista de la Antigua Gracia Esopo (620 a.C - 564 a.C):
Desde el año 2009 hasta el 2015 la marca Volkswagen estuvo falseando los informes de emisiones de sus motores diésel con el fin de cumplir con los controles de medio ambiente sin tener que incurrir en un sobre coste de los vehículos.
Dos hechos se derivan de esta forma de proceder, por un lado la relación que existe entre competitividad y calidad, así como la responsabilidad medioambiental de las empresas.
Volkswagen y las emisiones de motores diésel (Empresa y Empresario, Calidad, Medio ambiente).
No todos los efectos que genera una empresa en su entorno son deseados. Las empresas generan bienes y servicios, empleo, riqueza,... pero también consumen energía y recursos naturales escasos a un ritmo superior al que pueden regenerarse, y produce contaminación y residuos a unos niveles superiores a los que la naturaleza puede asimilar, entre otros efectos negativos.
La actual preocupación social por estos efectos no deseados se ha traducido en una presión hacia las empresas para que incorporen un comportamiento más responsable con su entorno natural y más comprometido con un desarrollo sostenible.
Ello se traduce en importantes cambios en el entorno empresarial donde aparece un consumidor ecológicamente más responsable, una legislación medioambiental más exigente y una conciencia colectiva que tiene en cuenta el comportamiento social y ecológico de la empresa.
Ante estos cambios en el entorno existen empresas que adoptan una actitud pasiva y que consideran que tener en cuenta la responsabilidad medioambiental les hace perder competitividad por razones de coste.
Sin embargo, el problema de Volkswagen no se detiene en un aspecto del medio ambiente sino que influye también en otro aspecto que tiene que ver con la calidad del producto ofertado. La calidad de un producto se entiende como un conjunto de propiedades y características que le confieren aptitud para satisfacer las necesidades demandadas (explícita o implícitamente) por los consumidores.
La calidad no solo reside en las características del producto. También depende de la adecuación del producto al uso que espera hacer el cliente de él. Es decir, no podemos comparar la calidad de un coche de lujo con la de un utilitario, ya que atienden a necesidades bien distintas y a grupos diferentes de clientes, por lo que la valoración de la calidad dependerá de la adecuación de esas necesidades.
El problema ante el que se encuentra Volkswagen tiene que ver con la imagen que su marca transmite al mercado, donde los consumidores sienten que han adquirido un vehículo que para nada se adecua a su uso, especialmente a los aspectos intangibles de un vehículo: el consumidor no se siente orgulloso de conducir un coche que contamina más que otros y que ha comprado por que han estado falseando los informes, dicho consumidor se siente engañado.
De igual forma que la calidad, la imagen de marca o el servicio posventa dado a un cliente son medios de diferenciación, los atributos ecológicos del producto o la imagen de empresa responsable con el medio ambiente también pueden ser elementos de diferenciación para un segmento creciente de consumidores que prefieren, a igualdad de precio-calidad, una marca con atributos ecológicos e, incluso pagar algo más por ella.
Para que dicha estrategia funcione debe ser creíble, es decir, los consumidores deben percibir realmente los esfuerzos realizado por la empresa en materia de protección medioambiental.
"Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira."Un juez de California daba hasta el día de hoy para que la marca Volkswagen presentase en el juzgado un remedio para que los vehículos cumplan con las normas estadounidenses sobre emisiones y puedan circular legalmente por las carreteras del país.
Desde el año 2009 hasta el 2015 la marca Volkswagen estuvo falseando los informes de emisiones de sus motores diésel con el fin de cumplir con los controles de medio ambiente sin tener que incurrir en un sobre coste de los vehículos.
Dos hechos se derivan de esta forma de proceder, por un lado la relación que existe entre competitividad y calidad, así como la responsabilidad medioambiental de las empresas.
Volkswagen y las emisiones de motores diésel (Empresa y Empresario, Calidad, Medio ambiente).
No todos los efectos que genera una empresa en su entorno son deseados. Las empresas generan bienes y servicios, empleo, riqueza,... pero también consumen energía y recursos naturales escasos a un ritmo superior al que pueden regenerarse, y produce contaminación y residuos a unos niveles superiores a los que la naturaleza puede asimilar, entre otros efectos negativos.
La actual preocupación social por estos efectos no deseados se ha traducido en una presión hacia las empresas para que incorporen un comportamiento más responsable con su entorno natural y más comprometido con un desarrollo sostenible.
Ello se traduce en importantes cambios en el entorno empresarial donde aparece un consumidor ecológicamente más responsable, una legislación medioambiental más exigente y una conciencia colectiva que tiene en cuenta el comportamiento social y ecológico de la empresa.
Ante estos cambios en el entorno existen empresas que adoptan una actitud pasiva y que consideran que tener en cuenta la responsabilidad medioambiental les hace perder competitividad por razones de coste.
Sin embargo, el problema de Volkswagen no se detiene en un aspecto del medio ambiente sino que influye también en otro aspecto que tiene que ver con la calidad del producto ofertado. La calidad de un producto se entiende como un conjunto de propiedades y características que le confieren aptitud para satisfacer las necesidades demandadas (explícita o implícitamente) por los consumidores.
La calidad no solo reside en las características del producto. También depende de la adecuación del producto al uso que espera hacer el cliente de él. Es decir, no podemos comparar la calidad de un coche de lujo con la de un utilitario, ya que atienden a necesidades bien distintas y a grupos diferentes de clientes, por lo que la valoración de la calidad dependerá de la adecuación de esas necesidades.
El problema ante el que se encuentra Volkswagen tiene que ver con la imagen que su marca transmite al mercado, donde los consumidores sienten que han adquirido un vehículo que para nada se adecua a su uso, especialmente a los aspectos intangibles de un vehículo: el consumidor no se siente orgulloso de conducir un coche que contamina más que otros y que ha comprado por que han estado falseando los informes, dicho consumidor se siente engañado.
De igual forma que la calidad, la imagen de marca o el servicio posventa dado a un cliente son medios de diferenciación, los atributos ecológicos del producto o la imagen de empresa responsable con el medio ambiente también pueden ser elementos de diferenciación para un segmento creciente de consumidores que prefieren, a igualdad de precio-calidad, una marca con atributos ecológicos e, incluso pagar algo más por ella.
Para que dicha estrategia funcione debe ser creíble, es decir, los consumidores deben percibir realmente los esfuerzos realizado por la empresa en materia de protección medioambiental.
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